El traqueteo del bus y el bochorno del
calor húmedo me impedían ser consciente de la decoración que
estaba en el parabrisas del autobús. Iba con David a conocer Old
Goa y Panjim, todos los pasajeros del bus nos contemplaban, no podían
evitarlo. El color de piel y cabello de David no pasan
desapercibidos, así como para mí nunca pasan desapercibidos los
colores de los saris. La música al fondo es música india, casi me
siento en una película de Bollywood. Finalmente enfoco la
decoración: una estatuilla de la Virgen María y al lado una
estatuilla de Ganesh.
Ni 'lazy day' ni kayak. Nos fuimos a
conocer la capital de Goa y la vieja Goa. Estas dos ciudades son una
herencia de la colonia portuguesa, la cual estuvo en India incluso
mucho más años que la ocupación británica. Portugal ocupó la
costa suroeste de India poco antes de iniciar siglo XVI y dejó de
estar en India algunos años después de la independencia de India
de Inglaterra.
Así que fue una sorpresa encontrarme
con palabras en un idioma tan familiar para mí. De hecho la guía
de viajes dice que en algún momento una frase célebre decía: “If
you went to Goa, don't need to go to Lisboa” (si fueron a Goa no
necesitan ir a Lisboa). Creo que actualmente queda muy poco del
esplendor de esa Old Goa que durante el siglo XVI competía con la
capital portuguesa.
Desde Palolem llegar a estos dos
lugares fue una travesía inmejorable. Por supuesto cuando
preguntamos a los lugareños qué cuánto nos tardaríamos en llegar,
todos estuvieron de acuerdo en que en una hora y media más o menos
estaríamos en nuestro destino. Pero no, las nociones de espacio y
tiempo de los indios son bastante distintas a las occidentales, esa
hora y media en realidad fueron casi tres. El trayecto incluyó tres
buses: Palolem-Margao (1 hora y poco más), Margao-Panjim (una hora
más los veinte minutos de fila para comprar el tiquete del bus),
Panjim-Old Goa (45 minutos).
Old Goa está llena de templos
católicos. Algunos en ruinas, otros aun funcionan pero su estado es
bastante decadente. No sé por qué los portugueses necesitaban
tantos templos en tan poco espacio. Los templos no fueron mi lugar
favorito, pero lo que pasaba alrededor fue interesante. Había
cientos de visitantes, la mayoría indios, pues continúan las
vacaciones por Diwali. Así que el peregrinaje es grande.
Las decoraciones de las iglesias,
aunque son católicas, remiten a la 'puja' de los templos hindúes.
El cómo colocan las flores y las velas. Mi parte favorita fue en
una de las cimas de Old Goa, las ruinas del Monasterio de San
Agustín. Ahí apenas si se puede ver el esqueleto de lo que una vez
fue un gran edificio, pero los mosaicos que quedan remiten a ese
color tan característico de Portugal.
Goa es un ejemplo clarísimo de la
convivencia cultural y de religiones de India. Imágenes de Jesús
contrastan con la de Ganesh y Hanuman.
A la vuelta nos detuvimos en Panjim,
almorzamos un thaly y unos idlys. Caminar por Panjim lo hace a uno
olvidar que aterrizó en India, o más bien lo hacen a uno recordar
la diversidad que ofrece este país. No todo es caos en India.
Panjim está llena de flores, de calles angostas con casas de
arquitectura colonial portuguesa, balcones. La calma y el agua reinan
en esa ciudad.
No pude estar todo el tiempo que
hubiera querido en Panjim, nos esperaban otras tres horas de viaje de
vuelta a Palolem. Apenas tuve tiempo de comprar un libro en una
venta de libros usados (abundan las librerías en este país, es un
peligro para mi espalda porque ya no debería cargar más en mi
mochila).
Panjim me provocó, creo que se merece
que regrese y la explore, no todos los lugares le dan a uno esa
sensación de mariposas en el estómago. A lo mejor es una falsa
alarma pues estuve poco tiempo, pero Panjim se merece más que unas
pocas horas.
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