viernes, 1 de noviembre de 2013

Halebidu: Hoysaleswara Temple

Una vez que salimos del templo Chennakesava nos dirigimos al templo Hoysaleswara en Halebidu. Creo que entre un templo y otro hay menos de una hora. Por supuesto al llegar, como siempre, nos quitamos los zapatos. Debo confesar que me encanta el desuso de los zapatos que se practica en este país sumado a la seguridad de regresar a los zapatos y que sigan ahí, en donde se dejaron (seguramente habrá alguna historia divertida sobre pérdida de zapatos, pero no soy testigo).

Este templo está dedicado al dios Shiva. Fue construido en el siglo 12 y está lleno de detalles en sus paredes y columnas. Cada paso llena de novedades la mirada. Estos templos a veces me recuerdan mi paso por las instalaciones del Vaticano, tan llenas, tan exageradas tan ostentoso todo. En aquel momento, en Italia, mi cerebro lograba interiorizar un poco más ágilmente lo que veía, aquí, todo es nuevo e incomprensible.

Mientras camino intento que mi déficit atencional no se acreciente con tantas figuras y esculturas, pero es inevitable, me pongo a pensar en nuestro gran problema como humanidad al establecer nuestra relación con dios, nos ponemos a construir unos objetos tan complejos, exagerados y grandes para honrar esa divinidad, que al final quizás eso es lo que evita una relación fluida, relajada y sincera.

Quizás el concepto de inmensidad que produce el concepto de dios, culturalmente lo traducimos en objetos materiales espléndidos, lujosos y exagerados. En términos de relación con la divinidad creo que esto es un gran problema, en términos culturales hemos heredados espacios majestuosos producto del maravilloso fenómeno de la existencia humana. Así que siendo una amante de la cultura, no me atrevo a juzgar.
En la religión hindú, aunque cada templo se dedica a algún dios en específico, los demás dioses pueden tener una pequeña aparición en estas edificaciones. En este nos encontramos con el dios Surya (sol) y con Hannuman (mono).

Hoysaleswara está rodeado de zonas verdes, por lo cual, pudimos relajarnos debajo de las sombras de los árboles y compartir nuestra presencia. Por supuesto si ponés a más de 10 estudiantes yoguis en el césped es imposible evitar la aparición de asanas y diversión.

Aquí se depositan los zapatos.

La vaca sagrada.

Momento de sombra y relajación.  Esos asientos son de piedra fría.  Era como aire acondicionado.

En las afueras del templo.

Momento de silencio al interior del templo.

Lindo momento, mi amigo observado por un niño que visita el templo.
Dentro del templo.

Dios Shiva y acompañante.

Idem.

Hannuman.

En las afueras.

La zona verde, el yoga y la diversión.

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El maestro.


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