lunes, 16 de septiembre de 2013

Día 6 y 7: de Coruña a Lugo, el final del viaje por Galicia.

Día 6, de Coruña a Lugo :

A las 11 a.m. de hoy la plaza de Cedeira estaba vacía, la tarima donde estaba la orquesta ayer había desparecido mágicamente, parecía un pueblo fantasma. Pero anoche Cedeira fue otra cosa. Primero, una fiesta bailable con la orquesta Israel en la Plaza, zapateamos hasta el cansancio. Una vez que se acabó, nos fuimos de bares por el pueblo y seguimos bailando. Cedeira es un pueblo para hacer amigos, es la versión gallega de Palmares (pueblo en Costa Rica cuyo lema es: un pueblo para hacer amigos).

La Orquesta Israel básicamente toca covers, pero tienen un espectáculo montado con varios cantantes, músicos y bailarines. Además, nos sabíamos buena parte de las canciones, porque nuestro único CD por algunos días durante el recorrido en carro, contenía los éxitos del momento, por lo que aparte de bailar, fuimos capaces de corear junto con los cedeireños los coros de las canciones. Qué mejor manera de intimar con la gente que cantar con ellos.

Una vez que se acabó la Orquesta Israel fuimos a uno de los bares de la plaza, estaban poniendo salsa, así que no más llegar y yo ya estaba en la pista. Esto hizo que las chicas del bar me abordaran y rápidamente parecíamos las mejores amigas. Sumado a los dotes salsísticos, la guapura de mis dos amigos tenía a las chicas del bar muy pendientes. De hecho, una de ellas vino a ofrecerme un intercambio, me trajo a su hermano y a su primo a cambio de Pablo y Rafa. Por supuesto me negué, yo cuido a mis amigos.

Licor de café, bailar, algún mojito, bailar más. En la venta de hamburguesas los chicos que hacían fila en cuanto me escucharon el acento empezaron a interrogarme sobre mi procedencia. Creo que por estos rumbos no vienen muchos costarricenses. Y bueno, he de confesar que se sintió bien eso de ser por un rato el centro de atención.

Esta mañana llegamos agotados al hostal. La noche de ayer fue totalmente improvisada, bueno, casi todo en este viaje lo ha sido en realidad. Lo malo es que a las 12 md. Teníamos que dejar la habitación. Yo me levanté antes porque tenía que conseguir un par de lentes de contacto, perdí los míos durante los primeros días y me incomoda usar gafas todo el día, además, quería comprar un poco de fruta y agua en el supermercado, algo me decía que hoy necesitaríamos vitaminas.

Fui a la óptica al lado de la plaza y pedí un par de lentes de contacto. Parece que eso solo se vende si uno lo ordena y tarda unos días en llegar el pedido. Le expliqué a la dependienta que estaba de viaje por Galicia y que no podía regresar, pero que era urgente tener un par provisional. Y aquí es donde la característica amistosa de Cedeira volvió a salir, la chica me dijo, voy a buscar, esto no se puede hacer, pero como es una emergencia. La cosa es que encontró un par de lentes de contacto que eran de mi medida, cuando le dije que cuánto le debía me dijo que nada. Me regalaron mis lentes de contacto!!!

Salí de la óptica feliz, no podía creer la buena suerte, había resuelto mi primer objetivo de la mañana. Luego fui a buscar el supermercado. Le pregunté a una señora en la calle. Rápidamente se acercó otra señora y entre las dos me explicaron detalladamente donde estaba el súper, por supuesto esto ocurrió después de haber respondido de donde venía y haber dado los detalles al respecto.

Cuando regresé al hostal era hora de salir. Bajamos a desayunar. La Plaza de Cedeira rápidamente se empezó a llenar de ruido. Las mesas de la plaza se empezaron a llenar con gente con muchas ansias por desayunar. Mientras nos ponían un café intenté por varias panaderías conseguir croissants, las filas para comprar eran larguisimas, además empecé a notar un cierto ritmo casi caribeño en los dependientes. Una vez que conseguí los croissants volví con los chicos, para mi sorpresa el café no había llegado aun. Cada vez había más y más gente en la plaza, el ruido empezaba a ser insoportable. Así que antes de que el bonito recuerdo que habíamos construido de Cedeira se transformara, decidimos marchar.

Nos fuimos a pasar una parte de la tarde en Playa Morouzos de la Ría Ortigueira. En realidad fuimos a dormir la siesta, reponer fuerzas antes de seguir hasta Ribadaneo. En la playa hacía mucha brisa, yo ya tenía frío. En esta playa la gente practica windsurf, así que teníamos a la vista a algún deportista metido en el agua. En esta ocasión, ya tan al norte, yo ni siquiera me planteé la posibilidad de nadar.

Una vez repuestas las energías cruzamos hasta Playa Las Catedrales, arribando a otra provincia de Galicia: Lugo. Con este recorrido habíamos ya pasado por tres de las cuatro provincias de Galicia. Esta playa está bañada por el mar Cantábrico, llena de acantilados y piedras, muy diferente a las playas tropicales a las cuales estoy acostumbrada. Nunca había visto acantilados así, la playa estaba llena de piedras enormes que parecían esculpidas por manos gigantes. Esta vista fue realmente espectacular.

Después del atardecer en las Catedrales nos fuimos a Ribadeo, también en Lugo. Como ya el hambre acechaba decidimos resolver la cena antes que el hotel (cumpliendo también con la norma de los días por Galicia: el hotel hasta que pasemos la medianoche...). Preguntamos adonde podíamos encontrar una buena mariscada, era la última noche juntos y nos merecíamos un homenaje. Aunque a decir verdad, en términos de comida nos habíamos homenajeado todos los días.

La recomendación fue el restaurante San Miguel, cerca del puerto. Este restaurante tiene dos versiones, la de lujo y una 'no tan de lujo'. Fuimos a la 'no tan de lujo', aunque para mis parámetros seguía siéndolo un poco, la comida fue espectacular. Pedimos una mariscada para tres, y cuando vino, no nos podíamos creer el tamaño del plato y la cantidad de bichos que tenía. De verdad fue un gran homenaje! Éramos los únicos en el restaurante, entonces tuvimos a los meseros sólo para nosotros, que aparte de la gran atención eran simpatiquísimos. Así que sin van a Ribadeo y quieren homenajearse este es el restaurante indicado.

Para cuando terminamos de cenar ya eran casi la 1 de la madrugada. O sea, ya era el momento para encontrar habitación. Ribadeo estaba lleno. En todos los hoteles que preguntábamos la ocupación estaba al límite. Intentamos llamar a algún hotel de los pueblos vecinos y lo mismo. En algún momento pensamos que nuestra última noche estaría marcada por no encontrar hotel. Sin embargo, el milagro, de nuevo, un hostal encima de un bar nos resolvió la noche. Así que brindamos con nuestro último licor de café del Road Trip por Galicia.


Día 7, de despedidas, Mondoñedo, Lugo y al fin: Ourense!

Esta mañana cerramos una parte del paseo. El Rafa cambió de camino y con eso inició una nueva etapa con un poco más de Galicia y Portugal, pero esta vez el Pablo y yo. Aunque todos vivimos en el mismo país y proyectamos volvernos a ver, llegar a un espacio en donde lo que toca es despedirse provoca sensaciones. Acompañamos a Rafa hasta el último segundo antes de que subiera al autobús, nos abrazamos y lo dejamos ir.

Pablo y yo desayunamos y nos fuimos al mercado de Ribadeo. Sin compras realizadas porque todo era ropa y zapatos, regresamo al coche con dirección Ourense pero con dos paradas en el camino. Primero nos detuvimos en Mondoñedo a almorzar. Mondoñedo tiene un centro histórico muy bonito, lo caminos, e incluso nos fuimos un poco por los alrededores, donde ya no había edificaciones sino árboles.

El pueblo estaba desierto, los edificios muchos de ellos vacíos y/o en venta. En algún momento soñamos con lo que pasaría si viviéramos en Mondoñedo. Yo de pensar en lo que debe ser el invierno en Coruña lo descarté de una. Me comprometí con visitar al tío Pablo en verano y Pablo se comprometió con tener una casa grande para que todos pudiéramos visitarlo.

Después de una hora en coche desde Mondoñedo, llegamos al centro histórico de Lugo, el cual está rodeado por una muralla romana. Cuando Pablo me dijo que íbamos a darle la vuelta a la muralla le dije que estaba loco, ingenuamente pensaba que íbamos a caminar al lado del muro y dar la vuelta viendo ladrillos. Pero, ¡ay de mí y mi poca experiencia en murallas romanas! Subimos unas graditas e hicimos un lindísimo recorrido encima de la muralla, desde donde alguna vez los soldados romanos protegían la ciudad. Son como 2 kilómetros que permiten no sólo caminar sobre piedras históricas, sino darle un vistazo desde lo alto a la ciudad de Lugo.

Entonces es cuando se descubren algunas huellas del paso del tiempo y la modernización de la muralla. Uno camina y se encuentra con una pareja ligando en un rincón. Si se mira hacia el interior del muro, muy cerca están las puertas de las casas o las ventanas. De pronto estaba el notario a unos escasos metros de nosotros trabajando en su ordenador. O el gato asomándose por una ventana. Caminar por la muralla no sólo es caminar y ver de lejos una ciudad, es como meterse en las casas de Lugo.

Al final de chepiar a la gente que vive con casas que dan a la muralla de Lugo, eh no, digo, de darle la vuelta a la muralla nos fuimos a Ourense. Pablo había insistido que Ourense moría en verano y por eso no habíamos hecho la visita de rigor. Sin embargo, me llevó al casco histórico a cenar y vaya sorpresa, no podía tener más vida Ourense esa noche!!! Caminamos por el casco histórico, comimos tapas por aquí y por allá.

También vimos las famosas burgas, que son unas fuentes de aguas termales curativas. Aparte de las fuentes, hay una piscina en medio de una plaza, disponible para la visita del público. El acceso es gratuito, pero no sé qué tan cómodo puede ser estar en un agua termal mientras todos los transeúntes te miran, la piscina está en pleno centro de la ciudad en un espacio abierto, con poca intimidad digamos.

Intentamos ver el puente romano que está sobre el Río Miño, pero yo ya no podía caminar más, los pies me dolían y estaba casi muerta. Eran ya pasadas la 1 a.m. Y llevábamos tres ciudades recorridas, bueno, Mondoñedo era más un pueblo. En fin que no caminamos al puente, pero nos sentamos en una banca a orillas del río y lo vimos a lo lejos, dando por finalizado el tour por Galicia, al día siguiente saldríamos rumbo a Oporto, Portugal.

En las fiestas de Cedeira.  La Orquesta Israel dándolo todo.
Bar de los amigos de Cedeira.


Al día siguiente Cedeira, la plaza empieza a llenarse.

Playa Morouzos.  Esta foto fue con el móvil, me encanta, en Galicia las fotos se toman solas.

Muy recomendado, atención al cliente maravillosa.

De nuevo al coche.

Desde el coche.

Presa, será que están arreglando algún hueco...

Llegando a Playa Las Catedrales.
Playa Las Catedrales.

Playa Las Catedrales.



Pablo, nuestro guía. Playa Las Catedrales.

Playa Las Catedrales.

Quien sabe que estaba diciendo, pero aquí en Playa Las Catedrales.

Una pareja en Playa Las Catedrales.

Rafa en Playa Las Catedrales.

Playa Las Catedrales.

Foto tomada por Pablo.  Cata en Playa Las Catedrales. 
Playa Las Catedrales.

Foto de grupo viajero.

Playa Las Catedrales y su flora.

Playa Las Catedrales. 
Ribadeo.

Poema de Rosalía de Castro. Ribadeo.

Los famosos percebes.  Restaurante San Miguel en Ribadeo.

Rafa muestra la mariscada! Restaurante San Miguel en Ribadeo.

Mi primer langostino!


El camino de Santiago siempre estaba señalizado.

Entrada a Mondoñedo.

Mondoñedo. 
Mondoñedo.

Mondoñedo.

Menú en Mondoñedo.

Muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Arte urbano desde muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Vista desde muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Vista desde muralla romana alrededor del centro histórico de Lugo.

Centro histórico de Ourense.
Un verdadero local de Ourense.



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