Día 1: El reencuentro.
A las 11:59 p.m. me subí al autobús
en Barcelona rumbo a Madrid. En Madrid debo tomar un tren a mi
destino final: Ourense. Me voy de road trip por Galicia. Ahí
vive Pablo y junto con Rafa nos vamos de paseo. Hace casi un año
que me despedí de Pablo en Costa Rica, me emociona mucho verlo.
A las 7 a.m. me desperté en Madrid, un
poco de dolor de cuello, una mala noche, pero cuántas no he tenido
en la vida, sobreviviré a esta. Me fui a desayunar con mi amiga
Maru. A Maru desde que llegué a España la he visto más a menudo,
antes de nuestro reencuentro, hace unos seis meses, habían pasado
casi dos años. Paseamos por Madrid y comimos helados en el Mercado
San Miguel.
A las 2:05 p.m. recibo la llamada de
Rafa que me advierte que salimos de Chamartin a las 3 p.m., no de
Atocha como habíamos pensado. Esto me pone en aprietos, ir a
Chamartin me tomaría por lo menos 45 minutos. Así que corrí,
corrí y corrí, mucho, corrí mucho. Llegué a la estación, bajé
al andén, Rafa ya estaba allí, subimos al tren y un minuto después
(literalmente un minuto después, tengo que quitarme la costumbre de
llegar un minuto antes al tren, eso no me da paz espiritual) salimos
hacia Ourense.
Viajar en tren me gusta. Leer,
escuchar música, dormir y esta vez tengo compañero de viaje, un
lujo. Con Rafa me reencontré hace un par de meses, antes de eso
habían pasado casi dos años.
Estamos en la cafetería del tren. Nos
tomamos una cerveza. Miramos el paisaje. Rafa reconoce algunos
de los lugares por los que pasamos. Yo también los reconozco, pero
distinto. Hace casi ocho años hice esta misma ruta, iba desde
Madrid a Coruña a visitar a mi amiga Denise. Siento parecido en el
corazón, hoy recorro el mismo camino, también por un reencuentro,
pero hoy, la cara en la estación del tren cuando llegue será la de
Pablo.
Molinos de viento, ríos, girasoles,
montañas. Llegamos a Ourense. Abrazamos mucho a Pablo. Las risas,
esas que nos acompañaron a tantos viajes por Costa Rica, hicieron su
reaparición. Me da un poco de nostalgia, pero por Costa Rica, este
par de españoles, quien lo diría, provocan sensaciones que me
recuerdan a mi país.
Fuimos al piso de Pablo, dejamos las
cosas. Salimos a cenar. Comimos pulpo gallego de aperitivo. No sé
por qué presiento que esta será una rutina en los próximos días.
Probamos el licor café, tradicional en la zona y por lo tanto
sospecho que también será tradicional durante el viaje. Hace mucho
frío. No empaqué nada para este clima, pensaba que haría calor
como en Barcelona.
Terminamos de cenar. Ya es tarde, son
más de la 1 a.m., pero decidimos ir a bañarnos a las termas: a las
Pozas Outariz. Llegamos. Caminamos, cruzamos un puente. El frío es
aun más grave. Nos ponemos traje de baño y al agua. El agua está
hirviendo. Mis amigos se toman como un reto entrar en la poza más
caliente, yo no me quiero quedar atrás. Luego de un poco de
sufrimiento, lo logro, aunque no por mucho tiempo. El resto de
visitantes admiran la hazaña de mis amigos.
Ahora sí, estamos listos para regresar
a casa. Cuando salí de la poza pensé que moriría de hipotermia.
No tengo frío. El calor se quedó en el cuerpo, qué dicha! Pablo
nos explica que los minerales de esta agua son curativos y buenísimos
para la piel. Regresamos a casa. Mañana salimos a Santiago de
Compostela.
Día 2: “El camino tiene muchos principios y los vas escogiendo”
Antes de salir a Santiago de Compostela
pasamos a visitar a los papás de Pablo. Nos mostraron su casa y
finca. Detrás de la casa tienen un gallinero y una huerta llena de
cosas deliciosas. Me imagino a mí misma comiendo pimientos,
tomates, lechugas, kiwis y uvas frescas todos los días. Por primera
vez veo uvas y kiwis en sus plantas originales y no en el
supermercado.
La mamá de Pablo nos explicó cómo
hacer conservas de los tomates y los pimientos, también los
probamos: delicioso! El papá nos invitó a la respectiva cata de
vinos tinto y blanco fabricados en casa. Finalizamos probando el
aguardiente casero. Después de estas pruebas pienso que entiendo el
gallego perfectamente (los papás de Pablo nos hablan en gallego),
una prueba de aguardiente más y estoy segura de que lo podría
hablar, el gallego y quien sabe cuántos idiomas más. Pero no,
antes de otra prueba decidimos emprender la salida hacia Santiago.
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Aquí se guarda el vino. |
No podemos conectar el ipod al
reproductor del carro. Nos lo tomamos con humor y recolectamos
algunos discos compactos de casa de Pablo. Vivaldi, algo de Jazz y
los éxitos musicales recopilados en el disco de merchandising del
hotel Rius.
Los planes están ausentes en este
viaje pero hay objetivos. Pasar por Santiago de Compostela y ver las
Rías Altas, las Rías Baixas están llenas de turistas en agosto,
nos explicó Pablo. Yo no sé que es una ría, pero tiene que ver
con mar y eso a mí ya me emociona. Ya preguntaré cuando sea
necesario o lo entenderé cuando las vea. Mi ser planificador y
precavido quiere protagonizar el momento, quizás organizar un poco…,
me preocupa eso de no tener plan, pero no lo confieso. Decido
ceder el sitio del copiloto y relajarme en la parte de atrás del
coche. Me entrego. Siempre nos ha ido bien de paseo juntos.
Pienso, o más bien me auto convenzo: que el camino decida por
nosotros.
En Santiago, Pablo nos enseñó la
Universidad en donde estudió. Nos tomamos unas garimbas (cervezas)
y comimos pulpo. Caminamos hacia la iglesia, me ofrecieron torta de
Santiago. ¡La torta de Santiago no lleva crema!, insistió
vehementemente la señora. Vale, pero no se ponga brava.
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El pulpo! |
Enfrente de la iglesia algunos
peregrinos finalizaban el Camino de Santiago y descansaban, también
se tomaban fotos. Mientras yo tomo fotos desde el medio de la plaza,
a unos metros de distancia, veo a mis amigos que hacen una especie de
baile, me imagino que será cosa de hombres, no lo tengo muy claro,
a lo mejor están celebrando el reencuentro, creo que están muy
felices por verse de nuevo.
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Enfrente de la Iglesia de Santiago de Compostela. |
Esta noche la prima de Pablo nos dejó
quedarnos en su casa. Bien, pienso, para ser la primera improvisación
del viaje ha salido perfecta. Cenamos por el centro histórico. Pablo y Rafa proponen hacer la ruta
París-Dakar. El licor café también quiere hacer la ruta con
nosotros.
Día 3: "El mar se come a la bola de fuego”
Nos despertamos tarde. No hay prisa.
El licor café es como el aguardiente, pienso, o quizás como el
jägermeister. Por dicha no había bar con ‘música de plancha’
en la ruta de anoche, eso hubiera sido una mezcla mortal. No sé si
recomendar esta ruta o no, o el licor café. Lo mejor será que cada
quien la haga bajo su responsabilidad.
Desayunamos y nos vamos en busca de la
Feria del Marisco a Pobra do Caramiñal para almorzar. Según Pablo,
debo probar las navajas, los mejillones, los chipirones y los
percebes. Con los percebes siempre hay bromas de parte de ellos. Yo
nunca los he visto. De camino pasamos por Padrón, hogar de los
famosos pimientos al padrón, también pueblo de Camilo José Cela y
donde murió Rosalía de Castro, poetisa gallega.
La Feria del Marisco abre hasta las 9
p.m. Tenemos mucha hambre. Caminamos por el pueblo, todas las
cocinas cerradas. Al fin damos con un chiringuito que nos ofrece
pulpo a buen precio. La señora que nos atiende es un poco rara, al
principio nos intriga un poco, pensamos que no es muy amable. Pero
conforme pasan los minutos siento que nuestra relación con ella
avanza. Rafa ha pedido postre, no hay, pero la señora camina al
chiringuito de al lado y se lo compra. Cuando le pedimos direcciones,
su marido viene y le explica a Pablo. Creo que ‘sobre explica’.
El señor habla y habla y no para. Ya entendimos. Mientras comemos
nos preguntamos sobre la diferencia entre el búho y la lechuza,
ninguno lo tiene muy claro, las teorías construidas giran alrededor
de las orejas o no orejas. El señor de las direcciones ha
regresado, quiere repetir la explicación. Lo escuchamos atentos, o
al menos eso parece.
Camino al coche pasamos enfrente del
Museo de Valle Inclán. Pienso en ‘Luces de Bohemia’, lo tuve
que releer para una clase de la universidad recientemente. Me
imagino perfectamente a un pueblo como este de inspiración para esa
obra. Pero no sé si es así. También pasamos por una feria
medieval. Qué les pasa en España con lo de las ferias medievales,
están por todas partes, encima la gente anda disfrazada. Llegamos
al coche. Ahora voy de copiloto. Nos vamos a buscar el Castro de
Baroña.
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En Pobra do Caramiñal. |
Galicia tiene varios castros. Un
castro es una fortificación de origen celta. Aunque no bajamos a
ver el castro, nos quedamos en la playita, lo vimos de lejos. El
agua del mar me llama, voy a nadar, me acerco, pero al agua golpea
mis dedos. Está helada. Uy no, vacaciones sin meterme al mar...
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Castro de Baroña. |
Pablo me recuerda que aquí el sol se
oculta en el mar. Ya no me importa si no me puedo bañar. Hace casi
un año no veo eso. ¡El mar se va a comer la bola de fuego!
Debemos llegar a Muros a visitar a unos
familiares. Apenas nos dará tiempo para llegar y terminar de ver el
atardecer. El camino está lleno de curvas y riscos, el mar de
Galicia domina el paisaje. No lo puedo creer, en mi vida había
visto algo así, no me imaginaba ni siquiera esas vistas. Ya casi se
oculta el sol. Pablo se detiene. Qué bien, podemos ver el
atardecer! Estamos encima de un risco, al lado de la carretera. Los
tres frente al mar con la luz anaranjada en la cara. Silencio. O
casi. Escucho algún susurro o una melodía. O no. Silencio.
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Mi primer atardecer en el mar en muchos meses. |
Llegamos a Muros en donde nos
encontramos con la prima y tíos de Pablo. Vistas nocturnas de la
ría. Estamos en las Rías Baixas. Una ría es un estero. O eso me
parece. Es una entrada de mar a la tierra, parece un río. La luna
se robó la mirada de todos, el luar (en gallego para
referirse a la luz de la luna) nos bañaba. “Luna ‘e cacho”.
Nos tomamos unos acquarius, la
familia nos dio algunas indicaciones y sugerencias para el viaje.
Queremos llegar a Fisterra (Finisterre en Gallego), ya son casi las
10 p.m. Decidimos avanzar pero no hasta Fisterra , es tarde.
Vamos de nuevo en el coche. Suena
“cada día sale el sol chipirón…”, es como la décima vez que
escucho esa canción, ya no me la puedo sacar de la cabeza. Los
éxitos que el hotel Rius decidió incluir en su disco promocional me
empiezan a poner nerviosa. Creo que a ellos también, pero no estoy
segura. A Pablo le gusta “un limón y medio limón, dos limones y
medio limón…” O finge que le gusta. Tratamos de ignorar lo de la
música. Ahora suena “y si pegamos cachete con cachete y pechito
con pechito”. Recuerdo los bailes en el cole, sonrío.
Llegamos a Lira. Cenamos. De
aperitivo: pulpo. Tomamos vino albariño. De postre unos licores de
café. Son más de la 1 a.m., aun no hemos encontrado habitación.
Preguntamos, caminamos. Tuvimos suerte, en la calle principal, justo
encima de un bar encontramos una habitación para tres. Brindamos
con licor de café.
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En Lira. Artistas callejeros. |
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Los girasoles. |
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En el tren. De Madrid a Ourense. |
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Kiwis caseros. |
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Peras caseras. |
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Huerta. |
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Tomatico casero. |
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Aquí se guarda el aguardiente casero. |
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Estrella de Galicia mientras viene el pulpo. |
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Caminando por Santiago. |
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Hacia el Centro Histórico en Santiago de Compostela. |
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Hacia el Centro Histórico en Santiago de Compostela. |
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Hacia el Centro Histórico en Santiago de Compostela. |
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Los peregrinos descansando frente al Templo de Santiago de Compostela. |
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Los peregrinos descansando frente al Templo de Santiago de Compostela. |
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Aquí dejó los zapatos algún peregrino. |
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Templo de Santiago de Compostela. |
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Estos también lo lograron. |
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Los tenis colgados. Quizás algunos peregrinos. |
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Caminando por el centro de Santiago. |
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Santiago de Compostela. |
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Santiago de Compostela. |
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Santiago de Compostela. |
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Estas señoras estaban donde las dejé hace ocho años. |
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Santiago de Compostela. |
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Pobra do Caramiñal. |
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En el Castro de Baroña. |
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El mar se va a comer al sol! |
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En algún lugar de las rías baixas viendo el atardecer. |
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En Muros, salió la luna. El luar. |