domingo, 30 de junio de 2013

Venecia Impresionista (Primera parte)

Estancia: 1-3 abril.

El día que volví de mi viaje por Italia mi compañero de piso, que es italiano, me preguntó cuál de todas las ciudades que visité me había gustado más. Esas preguntas son difíciles, incluso un poco tontas, es como escoger libro favorito o película favorita, casi siempre depende del momento, de las sensaciones y casi nunca tiene que ver con algo racional.

Aquel día le dije: Venecia. Podía estar influenciada porque había sido el último lugar en el que estuve, puede ser. Recuerdo que mi compañero de piso casi se enfadó con mi respuesta, me empezó a argumentar por qué Venecia no podía gustarme, inmediatamente lo detuve, no me gustan los prejuicios, cuesta tanto no caer en ellos, confieso que soy víctima de unos cuantos y no estoy orgullosa, pero de Venecia, prefiero quedarme con la imagen idílica.

Ahora que reflexiono, las razones por las cuales venía tan obnubilada, quizás fue por la sensación de estar en un lugar lleno de sorpresas, nada de lo que conocí lo había leído o visto antes. Es más, las fotos de los canales y las góndolas no son lo que realmente son. La idea romántica se contrasta con el gondolero hablando por el iphone, o los extranjeros emborrachándose en la góndola, o la basura por las calles o los canales. Pisar Venecia la hace real, no se parece a las fotos, pero no por eso deja de ser hermosa.

El resto de ciudades en Italia me los suponía, es que por más bonito que sea, está lleno de lugares comunes, que no solo están en las revistas o programas de televisión de viajes, si no en los libros de historia, de historia del arte, de geografía universal. Y cuando uno va, lo comprueba, es así. Tampoco es algo malo, entendía que estaba recorriendo uno de los territorios con mayor carga histórica occidental del mundo. Pero por eso, casi nada era sorpresa, en cambio Venecia, en cada esquina tenía algo nuevo, algo que no me imaginaba había pasado. Por supuesto eso crea otras sensaciones que para mí hicieron la diferencia. Quizás para otras personas sea distinto, es como que a alguien le guste la carne cruda y a otra le guste bien hecha, o del todo no le guste y sea vegetariana. En todo caso, insisto, saber cual lugar es mi favorito, no lo sé, no me lo pregunten, pero sobre lo que sentí estando en cada lugar, podía hablar horas.

Llegué en tren desde Verona, un viaje de menos de una hora. Por la ventana pude ver como el agua se empezaba a multiplicar a cada uno de los lados del tren. Una vez que llegué a la estación, enfrente había un montón de barquitos con rótulo de taxi. Según lo leído, un góndola podía costar hasta 100 euros por viaje, así que con aquella información decidí que lo mejor era caminar hasta la Plaza San Marcos y de ahí encontrar mi hostal, que quedaba muy cerca: mala decisión; de principiante.
Bajando de la estación del Tren, así se ve Venecia por primera vez.
Estaba a media hora en teoría de caminata para llegar a la Plaza San Marcos. Eso no lo supe hasta que llevaba como quince minutos, caminando detrás de cientos de visitantes, con mi mochila al hombro. Un mesero de restaurante, de estos que están en las puertas me vio pasar y como que intuyó que necesitaba ayuda. Así que me preguntó hacia donde iba, le expliqué que la Plaza San Marcos, hizo cara como de 'te falta mucho, pobre'. Y así era, me dijo, media hora más caminando. Y me dio un volante con la información de su restaurante, te espero está noche dijo despidiéndose. Y yo pensé:'no habrá poder humano que me haga volver a caminar esto en la noche'. Pero, le sonreí y agradecí mucho sus atenciones.

Así que seguí caminando, aguantando las ganas de parar, de pagar lo que fuera para que me llevaran a mi hostal. Pero una vez inmersa en las calles de Venecia, sin entender bien cómo funciona el tema de los taxis acuáticos lo más inteligente era seguir caminando. Venecia es toda peatonal, así que íbamos muchos caminando, a veces las calles eran tan estrechas que apenas cabía una persona de cada lado, en esos momentos se caminaba tan lento que sentía que estaba totalmente detenida. Además llegué un lunes festivo, con lo cual había mucha más gente de la habitual.
Mucha gente en Venecia.
Al pasar los días en Venecia, entendí que había otra manera de hacer esto. Hay unos buses-lanchas que te llevan a varios puntos específicos, entre ellos desde la estación de tren hasta la Plaza San Marcos. Cuesta unos 8 euros, luego de semejante caminata, me quedó claro que de haber sabido, esto lo hubiera hecho desde el principio. Por supuesto que a mi regreso tomé la lancha-bus taxi. Caminar me encanta, pero lo de la mochila y las largas distancias no lo tengo tan claro.

En fin, luego de casi una hora de caminata, llegué a la Plaza San Marcos, le di varias vueltas antes de encontrar hacia donde debía ir para encontrar el hostal. Caminé hacia el mar, luego a la izquierda, pasé por el 'puente de los supiros' sin saberlo, dos puentes después giré a la izquierda, entré a un callejón oscuro, de los tan delgados que estoy segura si los vecinos de enfrente sacan sus manos por la ventana podrían estrechárselas. Encontré una puerta de madera, con un timbre y en letras pequeñas anunciaba mi hostal. Me preocupé un poco la verdad, no tenía mucha pinta de hostal, pero bueno, ya estaba ahí. Toqué el timbre, esperé. En eso, sobre mi cabeza escucho: !Costa Rica! No sabía cómo reaccionar a eso, subí mi cabeza, saludé y en cuestión de 30 segundos, Alex el administrador del hostal me recibía.


Me mostró mi habitación, la más grande que había tenido en días, una ventana por la que podía tocar a mis vecinos de enfrente. Unos cuadros bonitos en las paredes, el piso de madera. Me sentía como si estuviera en casa de un amigo en lugar de un hostal. Alex me dio indicaciones sobre Venecia, un mapa y salí a caminar, ahora sí, a disfrutar de Venecia, sin ningún peso, solo caminar por ahí.

Recorrí un buen tramo, al menos eso pensaba, en eso sentí que volvía a ver el mismo paisaje, lo comprobé y así era. Venecia me hacía dar vueltas en círculos muchas veces. Era como un laberinto, en cada esquina pensaba me iba a aparecer un Minotauro.
Mi vecindario.
La noche empezó a caer. Los canales se empezaron a iluminar, y ahora era imposible ignorar la vista que daba el agua sobre Venecia. Ya no me importaba la realidad de las edificaciones que me rodeaban, me gustaba más explorar lo que me contaban los reflejos del agua, y así fue como pensé que los impresionistas se tuvieron que inspirar en este lugar, todo es impresionismo en Venecia.
Primeras vistas de Venecia
Fui a cenar . Esta vez la pregunta del mesero tuvo un matiz distinto a las de los demás meseros en Italia, quizás más directa, me dijo, ¿por qué vino sola a una ciudad tan romántica? A darme un homenaje, pensé sin decirlo. Tres días después estaba segura de que así había sido.


Justo en la entrada de Venecia hay varias ofertas de transporte, negociar bien el precio.  El bus-lancha cuesta alrededor de 8 euros.



Al caer la tarde en Venecia.



Los vecinos se quejan.



Venecia.

Las góndolas.

Venecia y Dalí.

De noche en Venecia.

De noche las góndolas en Venecia.

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