jueves, 27 de junio de 2013

En Verona.

Estancia: 30-31 marzo 2013

Mientras escogía las fotos de Verona para el blog, me di cuenta de que disfruté más de lo que recordaba esta ciudad. Decidí quedarme un par de noches como transición entre ciudades tan movidas como Roma o Florencia antes de llegar a Venecia, esta ciudad la veía como un descanso, no pretendía mucho de ella, por eso me imagino fue de los lugares que más disfruté, seguro porque no me puse ninguna meta ni expectativa.

Llegué en tren desde Florencia, esta vez el desplazamiento se tardó un poco más, unas cuantas horas hacia el norte.  Llovía a mares cuando salí de la estación y mi sentido de ubicación me falló desde el principio. No sé por qué ese día tenía un ataque de timidez, poco frecuentes cuando viajo, pero no lograba preguntarle a nadie por dónde tenía que ir. Luego de media hora de dar vueltas, bajo la lluvia, con una mochila que me empezaba a pesar logré llegar a la entrada oficial de la ciudad de Verona. Realmente es fácil, desde la estación de tren son unos quince minutos, pero como me angustié, pasé una media hora llegando a ese punto.

Una vez que entré en la calle principal intenté buscar un sitio de información turística para pedir el mapa. Seguí las señales pero no aparecía. Bajo la lluvia cada vez más intensa me empecé a desesperar, ya tenía hambre además, pero no tenía ni idea para donde caminar y encontrar mi hotel.

Así que me detuve en la puerta de un McDonald's, el agua me caía por la cara y me escurría el pelo, pero ya estaba resguardada en un portal con olor a papas fritas. Decidí sacar mi móvil y explorar si encontraba alguna señal de internet y así pedir direcciones a google maps. Y ahí fue donde descubrí que mi móvil me ubica aunque no tenga internet, no da indicaciones, pero me muestra el mapa y eso fue suficiente para descubrir que mi hotel estaba a dos calles de donde me encontraba. Caminé bajo la lluvia una vez más, pero esta vez con los ánimos de vuelta, encontré la puerta, toqué el timbre, me atendieron: había llegado a Verona.

Salí y compré una sombrilla. Había estado en negación los primeros días por Italia, pero ya iba como por el sexto día de viaje y llovía siempre, así que tocaba tener sombrilla. Encontré un sitio para almorzar, leer un rato, ver la lluvia y estar Verona. Esa primera noche me dormí temprano, estaba cansada, al día siguiente con energías recuperadas empecé temprano.

Por la mañana, me encontré con los otros huéspedes del hostal. En este hostal, cada uno teníamos nuestra habitación pero compartíamos baños y cocina (y uno que otro detalle, las paredes eran como hojas de papel y uno se entera de todo lo que pasa...). Ahí conocí a una pareja de españoles pero que viven y trabajan en Suiza, “la crisis” me explicaron. Los demás eran de países nórdicos, pero no supe mucho más de ellos, no hablaron mucho.

Salí a caminar, a ver qué hacía la gente. Era domingo y todas las familias estaban en el parque, en las calles, comiendo helados, haciéndose fotos. Paseé alrededor del circo romano, hice una siesta en el Parque, fue un día lento pero lo disfruté muchísimo. Reconocí a unos ticos en medio del camino, una señora que le dice otra: “no te imaginás, es que como aquí solo dan vino, ahí iba, jumaditititico”.

Verona es una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, su arquitectura guarda mucho del medieval y el renacimiento.  Tiene sitios espectaculares como el Puente Scaligero o el Castillo Viejo (Castelvecchio) que está al lado.  Caminar por las calles de Verona se siente como si se estuviera una paseando dentro de una novela clásica.

A pesar de todas las advertencias fui a ver la famosa Casa de Julieta. Todas las guías advierten no ir, la pareja de españoles del hostal me lo dijeron. Pero pasé justo enfrente y era tanta la gente haciendo fila y la emoción de todos ellos que no me pude resistir, quería saber de que iba la historia, y como no tenía claridad de itinerario ni horarios con compromisos, podía comprobar si valía o no la pena entrar.

Al sitio se accede prácticamente abrazado a decenas de otras personas, es como si el amor se colara en el aire desde antes de entrar. Las paredes de la entrada están marcadas por mensajes de amor de visitantes anteriores, al mismo tiempo hay decenas de chicas (casi todas eran chicas) escribiendo su nota, los chicos que están, tímidamente resguardan las espaldas de sus chicas para que no se caigan en medio de la turba. Una vez adentro se sigue caminando en 'piña', al fondo la estatua de Julieta en la que todos se fotografían agarrándole un pecho, al parecer da buena suerte. Al lado de Julieta, una ventana con una verja en donde los enamorados amarran un candado con el que sellan su amor y se aseguran sea para siempre.

Si se le olvidó el candado o el lapicero para escribir, o el papel para dejar su nota de amor, hay una tienda en donde encontrará toda clase de souvenirs que cubrirá cualquier deseo romántico que se despierte. Para culminar, arriba, el balcón, ese balcón desde donde Julieta recibía las palabras de su Romeo. Todo eso está en el patio de la casa, para entrar a la casa había que hacer una fila el triple de larga, yo con aquella visita me di por satisfecha.

Debo confesar que me la pasé bien con Julieta, aunque todo parece falso, creo que estar ahí va más allá de la estatua, de la fila, de la pared, de la tienda, de las cartas, los candados o de Julieta. Lo más interesante era ver a las personas que visitaban ese lugar, con la fe, la emoción, o el sentimiento, sea cual fuere, que tenían al entrar allí. Últimamente soy amante de los rituales, creo que esos actos le dan magia y calor a la vida, así que si es por amor que más da, vayan y dejen sus cartas, mensajes y candados a Julieta! (No sé que pensará Shakespeare de todo esto...).


Con eso y un gelato estaba lista para leer un buen rato y descansar. Ese es mi nuevo ritual antes de llegar a una ciudad que me emociona tanto visitar (bueno, el gelato es un detalle italiano, no se puede eso en todas partes). Al día siguiente el tren me llevaría a Venecia.


Entrada de Verona, no es del día que llegué, aquí ya había sol.

Calle principal de la entrada.

Puertas antes de llegar al parque.

Mercado de domingo.

Mercado de domingo 
Castelvecchio
El puente Scaligero sobre el Río Adige.

Puente Scaligero.

Puente Scaligero.

Puente Scaligero.

Puente Scaligero.

Pinoccio.

Pinoccio.

































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