domingo, 24 de febrero de 2013

Ayer nevó en Barcelona



Eran las 3 de la madrugada ya bien entradas y caminaba por las Ramblas hacia Plaza Catalunya en busca del Nit Bus  (bus nocturno) que me llevaría a dormir.  Iba en un grupo en donde la mayoría éramos latinos, pero aun así el calor no se hacía presente, ni  siquiera porque habíamos pasado las últimas cinco horas bailando.

Hace unas semanas encontré un bar en El Raval en donde ponen música en directo algunos viernes, casi siempre ritmos latinos!  Aparte de ser un espacio de recuperación de mi salud mental a través del baile, es un lugar en donde paso horas de horas bailando con mucho calor, liberada de por lo menos una o dos de las capas de ropa de las que es mandatario usar desde hace ya más de dos meses.

Desde hace tiempo que sobre mi cuerpo cargo ese peso de más, mucha ropa, toda al mismo tiempo.  Ayer mientras caminaba por las Ramblas no sirvieron de mucho.  Hasta ahora, mi máximo periodo en temperaturas muy bajas, con nieve y todo la parafernalia del invierno, no había pasado las tres semanas.  Tres semanas poniéndome: dos leggings debajo del pantalón, dos o tres pares de medias, dos o tres camisetas, un suéter, un abrigo de invierno y unas botas; pueden llegar a ser divertidas, pero más de dos meses, no sé si los resistiré.  En estos días tardo más en el acto mismo de vestirme que en desayunar.

La madrugada de ayer nos sorprendió con una lluvia muy fría en las Ramblas, aun así, como es costumbre los fines de semana, la gente seguía ahí afuera, yo incluida.  De hecho, por más que intentamos agilizar el paso nos fue imposible, había que ir despacito, un grupo detrás del otro.  Las Ramblas están en el medio de El Raval y El Gótico, por lo tanto es una zona en donde todos los que salimos por ahí nos encontramos.  La diversidad cultural además es enorme, y ahí sí que no importa la hora para verlo. 

Escucho idiomas que reconozco, pronunciaciones en idiomas que ni siquiera pensaba podían existir, ropas de todos los tipos, algunos más intrépidos desafían al frío con su vestuario, esos pienso son más del norte, este frío les parece de juguete.  Yo me acercaba al grupo de adelante, tratando de recibir calor humano, pero nada, sólo un leve olor a marihuana…, bueno no era tan leve.  Mis capas de ropa empezaban a mojarse.

La chica inglesa con la que caminaba me contaba cómo en su país casi siempre llueve y el cielo permanece gris.  Yo recuerdo las lluvias de mi país, pero en relación al cielo gris…, el sol de la mañana falla en pocas ocasiones le explico.  Nunca se me había hecho tan largo el pasaje de las Ramblas, el frío ya me entraba desde la punta de los pies y eso que yo no estaba desafiando al frío con mi vestimenta, si se me veían los ojos era solo por precaución al cruzar las calles.  Y como suele suceder en momentos críticos,  me empezó a picar esta sección en el puro centro de la espalda que es muy difícil llegar, con el agravante de tener que sacar las manos del bolsillo del abrigo para intentar llegar a esa sección tan imposible de la espalda, acto vacío de resultado, pues quién puede rascarse con siete capas de ropa puestas aunque logre la contorsión. Comencé a respirar profundo y a distraer la mente, si dejo de pensar en que me pica se irá la sensación, esto es una creación de mi mente, pensaba.  Pero nada, no podía dejar de soñar con mi llegada a casa para quitarme las capas de ropa y rascarme como se debe.

Hago una pausa en este instante y aprovecho para confesar una cosa:  tengo alergia al frío. Desde que uso tantas capas de ropa, me da alergia en la espalda. Cuando lo descubrí lo primero que pensé es: hay pulgas en mi casa, de hecho hasta fumigué, pero resulta que no, me da alergia el frío.   Por eso, en aquella peregrinación a Plaza Catalunya, sintiendo el frío más frío desde que llegué me preocupaba más de la cuenta.  Ayer no podía dejar de pensar en eso mientras la lluvia poco a poco se iba transformando en aquello a lo que tanto he temido desde que inició el invierno: la nieve.

Ayer nevó en Barcelona.  Cuando llegamos a la parada del autobús la lluvia era nieve.  Algunos caminaban celebrando esa capita blanca que les caía encima, yo no.  Mientras regresaba a casa,  mi abrigo se teñía de puntitos blancos.  Qué emoción: nieve (tono irónico de no me hizo gracia).

Hoy cuando me desperté me di cuenta de que ayer nevó en Barcelona y me lo perdí, estaba tan preocupada por el frío que no lo disfruté. Ya no hay nieve, pero hace mucho frío. Recordé cuando era niña y veía películas en que los personajes caminaban por la playa abrigados.  Yo no lo entendía, por qué usaban abrigos si en la playa hace mucho calor, mi mamá trataba de explicármelo, pero nunca lo comprendí.  Para mí la playa era un lugar en donde hace calor y punto.

Pero ahora lo entiendo todo, ahora lo vivo.  Ayer nevó en Barcelona, a unos cuantos pasos estaba el mar y mi abrigo se llenaba de puntitos blancos.  Caminaba con un grupo de amigos por Las Ramblas, después de haber bailado horas y empezó a nevar.  He decidido que esta alergia al frío es una creación de mi mente, se acabó,  voy a disfrutar del invierno: ¡me voy por unos churros con chocolate! ¡Ay Barcelona, lo que me has hecho entender!


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