jueves, 25 de octubre de 2012

En el Vall de Boí: caminatas, la feria , el Románico silencio y mi primer árbol de manzana

Luego de un poco más de cuatro horas de viaje llegamos.  La primera señal de que era así fue el pueblito Barruera.  Parece que este es el pueblo principal en la Vall de Boí (Vall es Valle).  Unos 3 km después llegamos a Erill La Vall, donde estaba el Hostal LaPlaça, lugar que se convertiría en nuestra base de operaciones los siguientes tres días.

Cada uno de los pueblecitos que conforman este valle tienen al menos un templo del periodo Románico.  El conjunto de estas edificaciones han sido declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.  Estas son edificaciones del periodo correspondiente al Siglo XI y XII, durante el cual se vivió una época importante de actividad artística y constructora en la zona.

De las iglesias destacan las campanas.  Estas sustituyen cualquier reloj, pues cada quince minutos avisan qué hora es.  Todo lo demás es silencio.  “El silencio se me mete aquí”, dijo Denise.  Y es que estos pueblos rodeados por imponentes montañas, en esta época tienen poca visitación, por eso tanto silencio,  cuando hay nieve, la importante cantidad de hoteles y hostales estarán llenos.

En cambio ese fin de semana no, casi no habían visitantes, con excepción del domingo, que casualmente fue la Feria de Barruera (que se hace una vez al año, suerte de viajeras!), en la que se venden desde productos artesanales de la zona (comida y otros) hasta zapatos.  Ese domingo Barruera se llenó, no había ni donde aparcar el carro.  Pero en cuanto lo logramos nos fusionamos con los vecinos y los visitantes de la feria.




Las ferias en los pueblos tienen una magia particular, es como que lo inviten a uno a entrar a la sala de la casa.  A mí me encantan, ésta en específico tenía una especial afluencia de adultos mayores, quienes inyectaron de sabor la feria en la pista de baile.  Por supuesto que ni Denise ni yo dudamos un segundo para unirnos a la fiesta.

Aparte de la feria con la que nos encontramos, La Vall de Boí da muchas opciones para caminar por la montaña, siendo esta una de las más importantes actividades..  Como no sabíamos mucho del lugar, nos acercamos al centro de información turística que está en Barruera.  Un muchacho muy amable, aunque escéptico de nuestras capacidades como montañeras, nos brindó la información necesaria.  Puso especial énfasis en cuan difícil eran las rutas, por lo que la sabiduría nos hizo decidir por la de menos dificultad.  Nos dieron un mapa y arrancamos la aventura.

Decidimos visitar el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (Parque Nacional de Aguas Torcidas y Lago de San Mauricio).  Hicimos una caminata “cuesta arriba” de dos horas y una de hora y media “cuesta abajo”, sí, tres horas y media en la montaña.  Este sendero es de los menos dificultosos, pero nuestros tobillos hubieran querido unos zapatos que los cubrieran o por lo menos unas tobilleras.  Además deseamos un bastón de esos que usan los montañistas para apoyarse, porque para bajar hubiera sido un gran alivio tenerlo.

En todo caso tampoco fue para tanto, nosotras sobrevivimos, y lo de los tobillos fue una sensación menor.   Las otras rutas no las intentamos, nos entretuvimos con la feria y las iglesias, quizás en esas rutas más difíciles sí que los zapatos más adecuados y los bastones serían necesarios.

La caminata en el Parque Nacional fue impactante, la naturaleza era imponente.  Creo que tomamos como 500 fotos o más solo en ese trayecto.  Nos preguntábamos cómo viniendo de un país tan verde, nos seguía asombrando tanto el verde.  Es que creo que este verde tiene un tono distinto, que lo hace especialmente atractivo, porque se parece muy poco al que hemos visto desde siempre.

Foto con fines ilustrativos,
no "apié" ninguna manzana, estaba en un Parque Nacional.
En el camino por primera vez tuve ante mis ojos un árbol de manzana. ¡Qué sorpresa!  Las manzanas las he dado por sentadas toda mi vida pero nunca he visto un árbol de manzana.  Pensé en la cantidad de manzanas que me he comido, ¡pero nunca he apiado ninguna!  Siempre me había preguntado como sería…Pensé: he apiado miles de naranjas, mangos, jocotes… pero nunca una manzana.

Luego de la caminata estábamos muertas del hambre, pero comer en La Vall de Boí  resulta muy complicado en ciertos horarios, especialmente si ya pasó la hora oficial de la comida. En medio de la casi ceguera y entumecimiento de músculos provocados por el hambre y el frío, encontramos un lugar con precio razonable y con un saborcito especial: el Mesón de Remein.  La ventaja de este sitio es que tienen servicio a todas las horas (por dicha!!!).  En los otros lugares la cocina cierra entre 3 p.m. y 8 p.m., o sea que cuando salimos de la montaña con aquel hambre atroz este Mesón resultó un oasis en medio de aquella montaña con ausencia de comida.  El dueño resultó ser muy simpático y hasta nos regaló un par de torrejitas que él mismo había hecho.  La desventaja fue que tuvimos que andar en coche algunos minutos y nos alejamos de Barruera unos cuantos kilómetros, pero como se trataba de alimentar a un par de montañeras hambrientas no hubo más opción.

Sin embargo, si tengo que mencionar la mejor comida de este viaje, fue en el Hostal La Plaça, lugar donde nos alojamos en Erill La Vall.  El cocinero de ese lugar tiene un gran talento, de verdad que ha sido de las mejores cenas que he tenido, qué delicia!!!  Y bueno, un cheesecake de postre que si trato de explicarles la sensación pensarían que estoy exagerando y de verdad que no estoy exagerando.  Esta fue la última cena del paseo, por lo que cerramos con broche de oro con una experiencia gourmet la visita a La Vall de Boí.

Este Hostal tiene un precio aceptable. No estábamos en plan mochilero puro, pero tenía un precio medio.  Además el lugar es bellísimo, justo al lado había una ermita con su respectivo cementerio (lo de la ermita y el cementerio se repetirá en el resto de pueblitos).

Este cementerio (y casi todos los de la zona), era pequeñito, a la vista habían unas treinta lápidas, además tienen un aire de misterio que en la noche con la neblina se exacerba.  Yo me animé a entrar en la noche a hacer unas cuantas fotos, no pasó nada fuera de este mundo (eso creo...), pero si ven alguna imagen medio sospechosa en estas fotos pues creo que sí, así tendría que ser, este lugar debe estar lleno de personajes, historias y seguro que de sustos…

Mucho del tiempo durante las noches lo pasamos en Erill La Vall, ahí estaba nuestro hostal.  El hostal era hermoso de por sí y como teníamos tanto tema que conversar y ponernos al día fue un espacio muy cálido.   Bueno, lo de cálido sí que es una metáfora, porque el frío se puso feo en la noche.  Cuando bajé a preguntar por qué no ponían la calefacción me contestaron que porque aun no hacía frío (¿cómo? no quisiera vivir el verdadero frío!), que aun era verano!!! Mientras me respondían esto, yo me quedé congelada (no es metáfora), pero bueno, una sonrisa por aquí y una bromilla por allá me hicieron regresar al cuarto con un calentador de pared (lo enchufás y ya está, no es lo máximo pero funciona).

Además los encargados del hostal son encantadores, siempre pendientes de sus huéspedes.   Incluso habían visitado Costa Rica.  Durante nuestra estadía, nosotras pensábamos si éramos las únicas dos ticas que habían pasado por ahí, ahora me pregunto si este par de vecinos de La Vall de Boí serán los únicos aledaños en haber visitado Costa Rica.

El lunes por la mañana, muy de mañana, de noche más bien en este país, iniciamos el viaje de vuelta a Barcelona.  Teníamos que regresar el coche de alquiler a las 11 a.m. así que a las 6:30 a.m. salimos de La Vall de Boí.  El frío y la oscuridad de la madrugada mientras manejaba en medio de las curvas hizo que casi me arrepintiera de haber decidido hacerlo de esa manera.

Pero cuando empezó a salir el sol y las nubes empezaban a bajar a través de nosotras no me quedó ni una gota de arrepentimiento.  Ese camino merece hacerse a esa hora, la sensación mientras bajábamos los Pirineos era como la de cuando el avión desciende, pero al contrario del avión, en el carro íbamos despacio, casi como si fuéramos en un elevador transparente que baja lentamente,  saboreando cada nube, saboreando cada instante del regreso.

Dejo otras fotos del viaje:
Fruto del bosque, dice Denise que quizás venenoso, yo no lo probé...

Este río se encuentra al inicio de la caminata.
Si tocaba arrepentirse esta vista era suficiente.


Muy camuflado pero ahí estaba este sapito en medio del camino




Estos son MUY VENENOSOS!

Foto sólo con fines ilustrativos, no se recomienda repetirla





Hostal La Plaza durante el día. Erill La Vall.

La iglesia de Erill La Vall

El cementerio en Erill La Vall



Comprando mermelada en la Feria.

El baile del mediodía.



Grupo de música en vivo para el baile.

Juguetes artesanales.  Ese día en cualquier parte del bosque encontrabas a los niños con uno o dos de estos.



Aquí nos enteramos de lo venosos que eran estos champiñones

Las vacas de la Feria.


Barruera

Cementerio en el pueblo Boí.  






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