Hace un año me preguntaba mucho sobre las primeras veces, a
pesar de que treinta años no son tanto, pero ya treinta y uno me provocaban
ciertas certezas, algunas de ellas incómodas, como pensar en que las “primeras
veces” se agotan, ¿cuántas
primeras veces iba a tener durante el resto de mi vida? Un día una se despierta y hace lo mismo
que hizo el día anterior. Y esa
estabilidad también tiene su encanto, a mí me gusta, no lo voy a negar, pero un
día la angustia de no tener primeras veces me llenó el corazón y superó la
tentación de la seguridad que provoca saber qué hacer con puntos y comas el día siguiente.
Apenas poniendo un pie en mi nueva ciudad, sin ni siquiera tiempo de superar el jet
lag, nos fuimos de paseo a La Vall de Boí, un
pueblecito en las afueras, muy afueras, diría yo, de Catalunya con mi gran
amiga Denise.
Por primera vez usé mi nuevo mochilero verde en un viaje de
este lado del Atlántico (la primera vez que lo usé fue para despedirme del
Caribe costarricense antes de iniciar este viaje, bueno, y lo traje colgando
desde Costa Rica lleno de café pero eso no cuenta…). Escogimos La Vall de Boí porque queríamos ir a un lugar
nuevo para las dos, y éste era uno de ellos. Alquilamos un carro y me dispuse a manejar por
primera vez en España, atravesando Barcelona y luego cruzando Los Pirineos (qué
susto!).
Carretera hacia La Vall de Boí |
Los Pirineos: sección de Túnele |
El jabalí herido |
El camino tuvo dos incidentes importantes, el primero fue que nos encontramos con un jabalí herido en la carretera. Esta fue la primera vez que vi un jabalí en libertad. El pobre estaba tratando de cruzar la carretera, pero le dolía tanto que lo hacía muy despacio, por lo que hubo una pequeña congestión vial. Mi impulso al ver el jabalí fue bajarme e intentar empujarlo a la orilla de la calle para que no corriera más peligro, ni él, ni otros coches que pudieran chocar con él, pero Denise insistió en que era un animal salvaje y peligrosísimo. Yo por mi parte, pensaba que podía ser tan fácil como empujar una gallina. Finalmente, Denise me convenció y tuvimos que pasar de él y desearle suerte en esa cruzada que era cruzar la calle.
Río Noguera Ribagorzana |
El segundo incidente fue un golpe brutal dirigido a nuestra mirada, un golpe que nos dejó sin aire. Ahí en medio de las montañas, abajo del precipicio: el Río Noguera Ribagorzana. Ahí estábamos Denise y yo, paralizadas delante de aquella inmensidad, felices por estar ahí, felices por el reencuentro.
Según el Tom-Tom, en algunos casos apodado Tomtonto, el viaje hasta el Vall de Boí duraría 4 horas. Nosotras nos tardamos un poco más, esto
responsabilidad del jabalí, el río, algún café con muffin e infinitas
conversaciones en medio del camino.
Además, yo manejé despacio, esta era la primera vez que tenía en mi cara
unas vistas como aquellas, así que le regalé a mis ojos una comida en cámara
lenta, muy lenta.
Mi amora!!!! qué gusto que nos permitás acompañarnos en este, tu reencuentro con la escritura, y en tu re-encuentro con las primeras veces. Para tu placer, debés saber que ese efecto que causan las primeras veces, lo detonás continuamente. Quiero más, quiero más!!!!!!
ResponderEliminarMajito ya habrá más!!! las primeras veces deberían ser una obligación diaria en la vida de todos!
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Majito ya habrá más!!! las primeras veces deberían ser una obligación diaria en la vida de todos!
ResponderEliminarMi amor... te adoro. Todo va a estar perfecto, con nosotras no puede ni jabalíes, ni bueyes ni bichos varios. BIENVENIDA.
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