domingo, 6 de octubre de 2013

Domingo de Yogatón

Hoy se cumplen seis días de estar en Mysore en el entrenamiento de yoga. Han sido días muy intensos, los empezamos a las 5 a.m. y los terminamos a las 8 p.m. En el medio tenemos cuatro horas de receso, pero al día sumamos unas 10-12 horas de práctica y reflexión. Aunque son pocos días los que llevo aquí, empiezo a tener una rutina de vida y a integrarme en el barrio.

Se suponía que hoy domingo era nuestro primer día sin madrugar. Sin embargo, ayer nuestro maestro nos informó sobre un yogatón que se llevaría a cabo enfrente del palacio de Mysore a las 7 a.m., la meta: completar 108 series Surya Namaskara. Estos días está sucediendo el Festival Dasara, una celebración muy importante en India, por lo que los próximos diez días estaremos rodeados de procesiones y actividades culturales.

Yo tengo una gripe terrible desde hace un par de días pero eso no me frenó a asistir, así que a las 5:45 a.m. ya estaba duchada y con el mat en la espalda caminando hacia el punto de encuentro con mis compañeros. Tomamos juntos el autobús público a las 6 a.m., el cual nos llevaría al centro de Mysore, en donde está el palacio.

Llegamos y enfrente había dispuesta una manta gigante en donde la gente iba colocando en fila y bien alineados sus mats, no sin antes quitarse los zapatos por supuesto. Nosotros nos colocamos atrás siguiendo el orden que llevaba el público reunido hasta ese momento. Enfrente estaba dispuesta una gran tarima con sillas, podios y flores.

Mientras iniciaba la actividad muchos de los niños se acercaron para preguntarnos nuestros nombres, tomarse fotos con nosotros o pedirnos monedas de nuestros países. Yo no tenía monedas, pero tenía guayabitas, así que si la Gallito llega a comercializar las guayabitas en India pediré mi comisión.

Creo que mis compañeros llaman un poco más la atención que yo, imagínense un grupo de diez personas de los cuales más de la mitad son altos (as), de piel clara, ojos azules, verdes o amarillos, algunos cabellos claros, en el sur de la India, pues claro que todo el mundo nos vuelve a ver, además llevábamos la misma camiseta de la escuela de yoga. En cuanto a mí, creo que llamo la atención por venir con ellos, de hecho algunos de los niños me hablaron en kannada (idioma de la provincia de Karnataka), y alguno le corrigió advirtiéndole que me hablara en inglés. Ahora que lo escribo me imagino que pensaron que era de aquí.

Yo aproveché la ocasión para aprender algunas palabras en kannada. Los niños me enseñaron gracias (denniaguadagalú), pájaro (pak-shí), árbol (marrá), planta (guidá, la d pronunciada casi como una 'r' suave) y “tengo hambre” (nanaguéjottéjesí). Las palabras entre paréntesis son mi interpretación de como se pronunciarían en castellano. Lo más difícil de este idioma es que las palabras pueden llevar más de un acento, lo cual es bastante complicado de hacer.


Los niños me enseñan palabras en kannada, uno de los papás vigila que me estén diciendo bien las cosas.  Todos hablaban inglés.

A las 7 a.m. un hombre con túnica anaranjada inició dando indicaciones para unos pranayamas (respiraciones), luego vinieron asanas (posturas) de calentamiento para las series de Surya Namaskara. Sin embargo, luego de que este hombre mantuviera un rato al grupo de cientos de personas que ya estábamos ahí en movimiento, empezaron a suceder discursos, luego algunas series de yoga, luego más discursos.

La solemnidad con que las personas se tomaron el evento me ponía la piel de gallina. Era hermoso para mí verme rodeada de gente que aprecia el yoga tanto como yo. Sin embargo, la sensación de poder que me daban quienes dirigían la actividad me hizo sentir un poco incómoda. No sé si eran gurús, reyes o alcaldes, no entendí muy bien, pero sentí que la actividad tenía tintes políticos (podría equivocarme).

Sin entender muy bien lo que decía el hombre de la túnica anaranjada, sólo los nombres de las asanas, las series de Surya Namaskara dieron comienzo. Me uní al movimiento, lentamente seguía las indicaciones, más por intuición que por comprensión.  Mi cabeza llegó a estar casi en el suelo y mirando a través de mis piernas, empecé a tomar las respiraciones de descanso, de repente ante mis ojos pasaron unas patas de elefante, luego otras y otras y otras. Me paralicé, no lo podía creer. Tuve que parar, agarrar mi cámara y me convertí en una guiri total.
Desfile de elefantes.
Entraron por la parte de atrás de la zona del yoga, pasaron tan cerca que sus orejas me hacían viento en la cara. Yo estaba paralizada frente a esos animales enormes, uno de los mamíferos más inteligentes sobre la tierra (compitiendo con el chimpancé y el delfín). Pasaron elegantemente frente a mí, transmitiendo su fuerza imponente que contrastaba con la cadena que llevaban en una de sus patas. Miradas vacías, quizás porque amargamente añoran el recuerdo permanente de libertad.

El sol se empezaba a poner pesado y la piel de mis compañeros es poco resistente, así que decidimos marchar. A la salida las cámaras de televisión nos abordaron y algunos tuvieron que dar declaraciones sobre la actividad.

En el bus de regreso a Gokulam, mi barrio, me preguntaba cómo un país que es capaz de reunir a semejante cantidad de gente a hacer yoga, con una historia de bases espirituales tan intensas y llenas de solidaridad, paz y amor, está sumido en una problemática, desde distintas aristas, tan grande. Es tanto el contraste que me cuesta digerirlo y mucho más entenderlo.

Yo no soy nadie para juzgar, solo me daban vueltas en la cabeza todas estas impresiones y preguntas. Para mí el yoga es una forma de vida, pero sobretodo una forma de recorrer la vida que me coloca una o miles de sonrisas al día, entonces pensaría que el espacio geográfico en donde se originó esta tradición tendría que ser un paraíso en todos los sentidos (aclaro que en todos, porque desde muchos ángulos este país lo es, bien lo sabían los ingleses).




O en bus.
Uno de los principales medio de transporte por estos lados.
Otra manera de moverse.




Llegando al yogatón.

Sobre esta manta se colocaban los mats.

Fuera zapatos.

A calentar.

Afinando sirsasana.

Yogatón.




Mis sandalias, las perdí un par de veces lo confieso, olvidaba dónde las había dejado.

Es temprano, estoy engripada, pero vamos a hacer yoga con cientos de personas!

En posición.

Me enseñó muchas palabras en kannada.




Anotando nuevas palabras en kannada.

El desfile de elefantes.

























No hay comentarios:

Publicar un comentario